Además, la ortografía es una actividad compleja que involucra diferentes y numerosas habilidades: aislar sonidos, deletrear, relacionar sonidos con sus letras correspondientes, memorizar secuencias, reglas de ortografía, conocer las excepciones, etc.
Por ejemplo, Un niño con Dislexia presentará problemas para aislar los sonidos que forman las palabras, relacionar esos sonidos con las letras y secuenciarlas en orden adecuado para formar las palabras.
Otro ejemplo claro, son los chicos con TDAH. Son hiperactivos o extremadamente activos y no son capaces de controlar sus impulsos. Ese bajo nivel de concentración, unido a la impulsividad, hace que su escritura y ortografía sea apresurada y se produzcan muchos errores. Además el TDAH suele dificultar la memorización de las palabras, las secuencias de las letras que las forman y las reglas de ortografía. En estos casos, la desorganización cerebral y los problemas de planificación y de memoria de trabajo, dificultan que la información se organice y clasifique adecuadamente, siendo difícil su recuperación cuando se necesite.
Otros trastornos que pueden afectar a la ortografía son: el trastorno del procesamiento auditivo, las dificultades del procesamiento visual y la Disgrafía (dificultad que impide escribir de manera legible, con la direccionalidad correcta, a una velocidad adecuada para su edad y cometiendo múltiples errores de ortografía).
Por este motivo, cuando observemos problemas o errores de ortografía recurrentemente en los escritos de nuestros hijos, no debemos dejarlos pasar. Una evaluación a fondo ayudará a identificar problemas que pueden afectar a la ortografía y preparar un programa de rehabilitación de los procesos de escritura.