Hoy aprovechamos esta entrada para hacernos eco de las palabras de José Antonio Hoyos, presidente de la asociación de TDAH: «El fracaso escolar en niños TDAH es el fracaso de la sociedad».
Casi un 10% de la población de entre 6 y 18 años sufre TDAH. Por regla general, la voz de alarma surge en el colegio sobre los 7 años. Antes de esa edad, incluso los pediatras suelen confundirlo con inmadurez. En el proceso de diagnóstico colaboran distintos profesionales: maestros, psicólogos, logopedas, neurólogos, etc. Estos equipos multidisciplinares no solo diagnostican, sino que trabajarán de modo coordinado en el tratamiento/programa individualizado del niño.
A medida que el niño madura, y a base de trabajo, la hiperactividad se reduce o mitiga, sin embargo, se incrementa la dificultad para concentrarse, de planificar y la disfunción en las funciones ejecutivas del cerebro, al mismo tiempo que se incrementa la dificultad en las materias escolares.
Según Hoyos: «La medicación (tratamiento farmacológico) no debe ser la primera parte del tratamiento, sino un último recurso para los casos que lo exijan, porque hay niños que con un apoyo y un abordaje adecuado en casa y en el colegio logran controlar la sintomatología.
El presidente de la asociación incide en que muchos de los niños que tienen TDAH son niños brillantes, con diferentes capacidades que los demás, pero que el fracaso escolar en niños TDAH es un fallo del sistema educativo y de la sociedad en general. Muchos de estos estudiantes superan con éxito los estudios universitarios.
Tal y como hemos comentado en otras entradas, el desarrollo vital de un niños con TDAH es complejo y poco motivador. Desde que está en la cuna, los mensajes que le llegan son negativos: «este niño no para», «pero atiéndeme…», «quieres escuchar lo que te digo…», «así no se hace, fíjate bien», etc. La estructuración de las clases y el currículo escolar no le facilita la tarea y cuando llegan a la adolescencia su autoestima ya es baja y se sienten incomprendidos. Es normal que un alto porcentaje de adolescentes se refugien en las adicciones (alcohol, drogas, videojuegos). De ahí la importancia de un abordaje social y multidisciplinar del problema.