No es extraño que en algún momento del proceso de desarrollo del lenguaje aparezca una Dislalia. Aunque aprendamos a hablar de una forma aparentemente sencilla y rápida, debemos saber que realmente se están desarrollando unos procesos muy complejos para lograr uno de los mayores hitos del ser humano: Hablar.

Aprender a hablar es una habilidad que se desarrolla en los primeros años de vida. El proceso de habla sigue unas etapas que van desde los sonidos más sencillos que se consiguen primero (vocales y consonantes como la «m» y la «p») hasta los sonidos consonánticos más difíciles de articular (habitualmente es el fonema  «r» vibrante múltiple el último en cerrar el abanico consonántico).

Es muy común que el niñ@ tenga dificultad para pronunciar sus primeras palabras, ya que suelen simplificar y omitir los sonidos o sustituir los sonidos más complejos por otros que saben pronunciar bien. Normalmente, estos errores suelen desaparecer con el tiempo y la práctica diaria del habla. Sin embargo, en algunas ocasiones, estos errores se hacen persistentes, es lo que conocemos como Dislalias.

La Dislalia es el trastorno del lenguaje más común en la infancia y estos casos nos llegan a la consulta de logopedia entre los 3 y los 6 años de edad. Habitualmente, es desde el colegio donde informan a los padres de que es necesario buscar ayuda especializada: Logopedia. A veces, estas alteraciones pasan desapercibidas en la clase por el excesivo número de alumnos o por el carácter introvertido y poco comunicativo del niñ@. Por ese motivo, los padres deben conocer estas alteraciones y consultar en caso de duda con un logopeda.

El logopeda es el profesional sanitario que se encarga de la prevención, diagnostico y tratamiento de las Dislalias y otras patologías, tanto del lenguaje como de otras áreas. El logopeda trabajará mediante ejercicios de Terapia miofuncional, respiración, soplo, discriminación auditiva y la adquisición, automatización y generalización de los fonemas específicos que estén alterados.

 

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